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Política lingüística

El tema de la lengua en Cataluña está lleno de demagogia y, sobre todo, de mala fe. En la Cataluña de los ciudadanos no hay mayores problemas. La sensatez y el sentido común rigen los usos idiomáticos. El problema es la política; el problema es la política lingüística. Es una política basada en la imposición. Me han contestado a esta afirmación de mi anterior columna de Expansión que esta imposición existe en todos los países. La diferencia radica en que Cataluña es política, jurídica, constitucional y económicamente España. Según la Constitución, tanto el español o castellano como el catalán son en Cataluña lenguas oficiales y lenguas propias. Este argumento me ha sido discutido proclamando que la única lengua propia es el catalán. Sobre esta cuestión ya me he referido en otra columna publicada en Expansión. En aquella criticaba el uso que de esta expresión se había hecho. Inicialmente servía para reconocer un hecho, pero se ha convertido, por la política, cómo no, en un arma para reducir el castellano a una lengua de relación con los poderes y, en particular, con el Estado. Por lo tanto, puede y debe ser eliminada de cualquier ámbito, inclusive de la relación con las Administraciones autonómicas y en la educación. En este ámbito, nos encontramos con la grata, muy grata sorpresa, del Auto del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña de 4 de julio de 2008. Este auto tiene el doble valor del peso del Derecho y de la valentía de los magistrados de la sección quinta de la Sala de lo Contencioso Administrativo, en particular, de la ponente que lo firma, la Magistrada Ortuño Rodríguez. Sé lo que significa opinar sobre estas cuestiones en la Cataluña de los cargos oficiales. Sé lo que significa desviarte un centímetro de lo políticamente correcto. Todos lo sabemos. Hay que tener valor, mucho valor para aplicar el Derecho cuando lo políticamente correcto es, primero, que no hay problema lingüístico, segundo, que el castellano no está perseguido y tercero, que todos los que discrepan de las tesis uno y dos son catalafóbicos, crispadores, nacionalistas españoles, ... fachas en suma. La política lingüística que no el catalán es la fuente de la catalanofobia, la crispación, el nacionalismo, incluido el español ... en suma, el facherío más crudo. Es más, la política lingüística necesita de la catalanofobia porque es la gasolina que alimenta el discurso victimista que sostiene aquello que no se podría sostener porque es absolutamente vacuo e injusto. Tan vacuo e injusto como que el Auto proclama que tiene que cumplirse la norma que dispone que en los colegios catalanes se ha de impartir una tercera hora en castellano. No hace falta ser un lince intelectual para reparar que i) el Derecho está de nuestra parte; y ii) no hay una amenaza al catalán puesto que se trata de sólo tres horas a la semana, lo que es notablemente insuficiente. Frente al sentido común más elemental, se eleva la sinrazón que tiene la habilidad de convertirse o transmutarse en enfrentamiento territorial. De esto se trata. Mientras tanto, los ciudadanos catalanes viven con normalidad sus lenguas y el éxito de una selección de fútbol que tiene corazón catalán, aún cuando la Cataluña de los cargos oficiales no quiera reconocerlo.

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