Me ha interesado y me ha impresionado la entrevista que Expansión publicó el pasado lunes dia 2 de junio a Mark Mobius (Nueva York, 1936), presentado como "gurú por excelencia de los mercados emergentes y gestor estrella de Franklin Templeton" (ver aquí). Gestiona más de 45.000 millones de dólares en los denominados mercados emergentes. No estamos hablando de un actor secundario de la globalización. Es un personaje relevante y culto. No es, tampoco, un ignorante. En la noticia se comenta que es doctor en Economía y Ciencias Políticas por el MIT. Un personaje culto, formado, actor importante en los mercados financieros y ... afirma:
«No me importaría vivir en un mundo dominado por China. Al contrario de la imagen que se tiene del país, los chinos hacen lo que quieren hasta que llega la prohibición explícita de algo».Cuando lo leí quedé en estado de schok. No podía creer lo que leía. Esta misma sorpresa le causó al periodista pues fue la frase con la que tituló su artículo. Me sorprende, primero, por la falta de importancia de la libertad y, segundo, por el concepto tan estrecho (y simplón) de la libertad individual. Al lector le queda la duda, al menos a mi, si un actor tan relevante de los mercados financieros globales no entiende o no quiere entender (en su caso) que hay una enorme diferencia entre un Estado democrático de Derecho y un Estado autoritario y, para diluir tal diferencia, frivoliza la libertad hasta el extremo de considerar que esta supone hacer lo que se quiera hasta que el Estado lo prohibe. No me imagino que en Estados Unidos o en Alemania (cuya nacionalidad tiene tras renunciar a la americana) se participe de esta idea. El Estado democrático de Derecho es libertad y es seguridad conforme a la Ley, previsible y democrática, pues es fruto de unas cámaras legislativas que han sido elegidas democráticamente Y unos Tribunales independientes y sometidos en exclusiva a tales leyes democráticas. China no responde a estos parámetros aún cuando los chinos puedan hacer lo que quieran hasta que el Estado autocrático de partido único se lo prohibe. No se puede enviar el mensaje confuso de que los actores relevantes de la globalización frivolizan sobre las diferencias entre Estado de Derecho y Estado autocrático. Los mercados no pueden prosperar de manera sostenible en el contexto institucional de un Estado donde las instituciones económicas y las política son extractivas. La democracia es la que garantiza la sostenibilidad de los mercados. Es un hecho. Y los actores globales no deberían olvidarlo porque sus olvidos alimentan a los deslegitimadores, a los enemigos de la libertad y también de la económica.
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