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Formas de engañar. Formas de incumplir



Carlos Puebla, el cantautor de la revolución cubana, tenía un cancioncilla dedicada a Fidel Castro. Propaganda musical, ofrendada a la mayor gloria del régimen y del supremo artífice. En una de sus canciones, intitulada, cómo no, “Y en eso llegó Fidel”, se repite la estrofa “Se acabó la diversión, llegó el Comandante y mandó a parar”. En tan emblemática lisonja, no podía dejarse de sincerar que el objetivo era acabar con la democracia: “Aquí pensaban seguir jugando a la democracia y el pueblo que en su desgracia se acabara de morir ... y en eso llegó Fidel”.

Cuando veo y oigo a los nuevos barbudos, los de la CUP, interviniendo en el Parlament, es inevitable, al menos para mí, recordar la cancioncilla. Quieren implantar la república anticapitalista, antieuropea y anti todo en 16 meses o en menos. ¿Quién será el líder? A. Mas no encaja, al menos inicialmente. Ha demostrado una enorme capacidad de deglución. Sin límite. Ni el ridículo. Su prioridad es salvar su imagen para la Historia. Batalla con la otra, la alternativa, la del 3 %. Su debilidad es tan manifiesta que le pueden presionar aún más. Seguirá cediendo. El sueño de cualquier bolchevique, el de los barbudos de Sierra Maestra: volar el régimen desde dentro.

Es posible que en Cataluña algunos ingenuos sigan pensando que no pasa nada. Que no pasará nada. El President sentencia que si ya en el 9N se engañó al Estado y al Tribunal Constitucional, nada impide que se vuelva a repetir. En primer lugar, no hubo engaño. Hubo inactividad. El Estado no quiso reaccionar. La doctrina del suflé. Bajará solo. Los tiempos han cambiado. Ya no habrá engaño porque nadie se dejará engañar. La maquinaria del Estado se ha puesto en movimiento. Es muy pesada, sobre todo, en manos de los indolentes, pero una vez en marcha, si los guías tienen la determinación que corresponde, no sólo no habrá añagaza sino que habrá castigos. Y, en segundo lugar, la legitimidad que respalda al Estado es extraordinaria. No sólo en el ámbito interno, sino también en el europeo. Cuando Europa está intentando encajar los retos de la globalización, cómo para entretenerse en aldeanismos grotescos. T. Burns lo explicaba en su magnifico artículo del pasado viernes. No resultan extraños calificativos como los utilizados por la prensa internacional ni tampoco sus silencios estruendosos.

Un último engaño, para algunos, es considerar que no hay nada que suspender. El Tribunal Constitucional ha dictado una providencia de admisión del recurso interpuesto por el Gobierno de la nación contra la resolución secesionista aprobada por el Parlament. Tras admitir el recurso, formula una advertencia a la Presidenta del Parlament, a los demás miembros de la Mesa, al Secretario General de la Cámara y, por último, al President y restantes miembros del Consejo de Gobierno en funciones: “deb[en] de impedir o paralizar cualquier iniciativa que suponga ignorar o eludir la suspensión acordada, apercibiéndoles de las eventuales responsabilidades, incluida la penal, en las que pudieran incurrir”. Se nos advierte de la fatuidad de esta advertencia porque el Gobierno en funciones no puede aprobar proyectos de Ley. Y son éstos los que se precisan para ejecutar la resolución secesionista. Es cierto, pero olvida lo más importante. No es la única forma, ni de ejecutar la resolución, ni, por consiguiente, de incumplir la orden del Tribunal.

El Gobierno catalán está en funciones, pero no el Parlament. Los diputados y los grupos parlamentarios también tienen iniciativa legislativa (art. 62 Estatut). No creo que a un Parlament que se ha autoatribuido la condición de cámara constituyente le suponga una restricción la interinidad del Govern. Además, el Gobierno en funciones puede, conforme al artículo 27 de la Ley de Cataluña 13/2008, adoptar cualesquiera medidas que “razones de urgencia o de interés general debidamente acreditadas” las justifique. Igualmente, puede dictar decretos Ley (“en caso de una necesidad extraordinaria y urgente”: art. 64 Estatut). En el fondo, es una discusión baladí. Los secesionistas han demostrado de manera escandalosa la falta de lealtad y su determinación para incumplir la Constitución y el Estatut. No están vinculados por norma alguna. La voluntad, la suya, es la que han convertido en norma. Como la ranchera. Nada le impide al Govern en funciones actuar como le venga en gana e, incluso, ejecutar la legislación impugnada ante el Tribunal Constitucional y en suspenso. Me refiero, entre otras, a la Ley de Cataluña 3/2015, que incluye previsiones dirigidas a crear estructuras de Estado en el ámbito de la Hacienda Pública, Seguridad Social, Patrimonio, Infraestructuras estratégicas y regulación de los mercados. Nada. Basta que lo quiera. Es más que pertinente la advertencia del Tribunal. El Estado democrático de Derecho no necesita a ningún Carlos Puebla que loe sus capacidades. La democracia, ahora más que nunca, no es un artilugio sobrante frente a los barbudos y a los que les mecen las barbas. Debe ser un potente alopécico.

(Expansión, 17/11/2015)

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