El Código de Hammurabi me suscita mucho interés y curiosidad. El primero de los grandes textos jurídicos de la humanidad. Una estela del año 1692 a.C. Un retrato excelso de la función de la norma en la sociedad. En sus 282 leyes o reglas encontramos las preocupaciones o intereses de los habitantes de Mesopotamia, así como el papel del Estado como garante de un orden común para todos los súbditos.
Tiene varios rasgos sobresalientes. Por un lado, es la expresión de la necesidad de regular las relaciones sociales que se producían en aquella sociedad, desde el matrimonio, la familia y las relaciones paterno filiales, a los derechos y deberes en relación con lo que hoy podemos denominar como distintas formas contractuales (venta, arrendamiento, depósito, ...), pasando por las responsabilidades surgidas por los eventuales daños que se pudieran producir entre las personas. Y, por otro, la búsqueda de la seguridad pero también la uniformidad de las reglas en todos los lugares del Reino. La afirmación del Estado (alrededor de la figura del Rey) como poder garante de la seguridad de los súbditos en todo el ámbito territorial y para todos, con independencia de que sean señores o no, así como los esclavos. La pretensión de la afirmación del poder sobre un territorio y unas personas. La estela se colocaba en la plaza del pueblo para conocimiento público. Aunque muy pocas personas sabían leer y escribir si que era posible prever qué consecuencia tendría determinada conducta. Una consecuencia sancionadora. La lista de castigos que implicaba la muerte era extensa.
Y todo esto se hacía cumplir no sólo por el poder del Rey Hammurabi, sino por distintas imprecaciones o llamadas a los dioses para que castiguen a los incumplidores. Una es singularmente llamativa.
De Mbzt - Trabajo propio, CC BY 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=16931676 |
Tiene varios rasgos sobresalientes. Por un lado, es la expresión de la necesidad de regular las relaciones sociales que se producían en aquella sociedad, desde el matrimonio, la familia y las relaciones paterno filiales, a los derechos y deberes en relación con lo que hoy podemos denominar como distintas formas contractuales (venta, arrendamiento, depósito, ...), pasando por las responsabilidades surgidas por los eventuales daños que se pudieran producir entre las personas. Y, por otro, la búsqueda de la seguridad pero también la uniformidad de las reglas en todos los lugares del Reino. La afirmación del Estado (alrededor de la figura del Rey) como poder garante de la seguridad de los súbditos en todo el ámbito territorial y para todos, con independencia de que sean señores o no, así como los esclavos. La pretensión de la afirmación del poder sobre un territorio y unas personas. La estela se colocaba en la plaza del pueblo para conocimiento público. Aunque muy pocas personas sabían leer y escribir si que era posible prever qué consecuencia tendría determinada conducta. Una consecuencia sancionadora. La lista de castigos que implicaba la muerte era extensa.
Y todo esto se hacía cumplir no sólo por el poder del Rey Hammurabi, sino por distintas imprecaciones o llamadas a los dioses para que castiguen a los incumplidores. Una es singularmente llamativa.
"Yo soy Hammurabi, el Rey de la Equidad, a quien el divino Shamash otorgó la Verdad: mis palabras son exquisitas, mis obras no tienen igual; sólo para un necio son algo vacío, para el perspicaz, están destinadas a la gloria. Si ese hombre atiende a las palabras que he grabado en mi estela, no desecha la ley, no da sentido torcido a mis palabras ni altera mis signos y designios, que a ese hombre, igual que a mí, el Rey de la Equidad, el divino Shamash le alargue el cetro y que pastoree a su gente en la Equidad.
Pero si ese hombre no atiende a las palabras que he grabado en mi estela, desprecia mis maldiciones y no se arredra ante las maldiciones de los dioses, y abole la ley que yo he dado, da un sentido torcido a mis palabras, altera mis signos y designios, borra mi nombre inscrito y luego graba el suyo o, por estas maldiciones, instiga a otro a que lo haga, a ese hombre, sea rey, señor, gobernador u otro sujeto, a ese hombre, llámese como se llame, que el gran Anum, el Padre de los Dioses, el que me llamó a mi reinado, le quite la gloria de la realeza; que quiebre su cetro y que maldiga su destinoUna amenaza contundente. Una llamada a los dioses a que aplique tan doloroso castigo. Con tal imprecación, seguro que muchos atendieron los designios de las leyes.
…
Que la divina Ninkarrak, Hija de Anum, que intercede por mi bien en el Ekur, haga salir en sus miembros [viriles] grave enfermedad, un mal demoníaco, un bubón doloroso que no se aplaque, cuya naturaleza ignore el médico, que no pueda calmar con vendajes y que, como el mordisco de la muerte, no se lo pueda arrancar, para que, hasta que se le extinga la vida, no cese de llorar por su virilidad."
Comentarios
Publicar un comentario