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El sueño: la ausencia de competencia

Hace unos días leía, atraído por el titular, un artículo de Firminio Morgado titulado "Monopolios regulados e ideas preconcebidas". Un artículo interesante y muy curioso. Sobre todo para una persona como yo, del mundo académico, alejado del día a día del funcionamiento de los mercados. Me impresionó la confesión de uno de los grandes actores del mercado que su sueño era el siguiente:
"Mi sueño como gestor de fondos profesional es encontrar 25 ó 30 compañías que tengan una posición de monopolio en un mercado en continuo crecimiento y que no estén reguladas, para poder decidir libremente sobre el precio y generar beneficios para sus accionistas. Y para que mi sueño sea perfecto, el producto o servicio que estas compañías ofrecen no debe tener competencia directa ni indirecta."
Es una sorpresa (ingenua) por mi parte, que el sueño de los actores del mercado sea, precisamente, la ausencia de mercado. El monopolio. Una fuente constante e ilimitada de ingresos controlados por su generador. El monopolio. Es el resultado del sentido común. El choque con el prejuicio, claramente académico, que te hace pensar que todos los agentes del mercado sueña con el mercado, con la competencia y ... con la victoria. No. Sueñan con la victoria pero sin competencia. Sin la incertidumbre de ganar o perder. Y sueñan con la regulación como garante de esa misma victoria. De la provisión ilimitada de ingresos para los accionistas. El sueño del mercado es tan lejano para los accionistas como para los reguladores. El sueño perfecto es el de los reguladores al servicio de los accionistas. Los cualificados, como los gestores de fondos, lo expresan con sinceridad. Su sueño es el de ganar. No es el de competir. Ganar y ganar y cuanto más seguro esté la ganancia mejor. Si esta seguridad la aporta la regulación, mejor. Más seguridad. Otra cosa son los intereses del mercado, como institución, y los de los ciudadanos en particular. Su victoria es el resultado de la competencia. Cuanto más encarnizada, mejor. Los accionistas no tienen interés en la victoria; tienen interés en ganar, ganar y, sobre todo, en la ausencia de competencia. El monopolio. Y qué mejor garantía que la de la regulación. Se produce la paradoja de que la regulación sufre la tensión, por un lado, de los intereses de los accionistas y, por otro, del mercado y de los ciudadanos. Aquellos tienen la fortaleza de la organización. Ya sabemos que cuanto más y mejor organizados, los intereses son capaces de compensar su debilidad cuantitativa. En cambio, el mercado y los ciudadanos sufren de su diversidad y de su falta de organización. Entre los ciudadanos no todos comulgan con la idea de la competencia. Algunos inclusos están tentados en apoyar al monopolio. La extraña coincidencia de los accionistas con los sectores incluso denominados "progres" de los ciudadanos. El monopolio con sus accionistas, total o parcialmente, públicos, como el sueño de ganar y ganar, unos pocos, a costa de muchos. De todos nosotros. Los accionistas sueñan el sueño del monopolio. Los ciudadanos, en cambio, el de la competencia. El empuje el pro del monopolio no es sólo público o regulatorio. Los accionistas sueñan con ganar en el mercado aquello que la regulación debería proteger indefinidamente. Se entiende por qué los episodios de abuso de poder. Es la victoria y su consolidación por la vía del poder. El público o el del mercado. Lo que el mercado le ha dado se protege con el poder. Es la paradoja del mercado. Lo que da se protege con el no-mercado. La victoria lleva en su seno la desaparición de las condiciones (de mercado) que la hicieron posible.

Comentarios

  1. Todo el que pone un negocio quiere, en la situación ideal, un monopolio. Que sólo él dé el servicio o venda el producto y pueda controlar a los clientes. Por suerte el libre mercado y la competencia hacen que esa situación sea transitoria e inestable.

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    1. Cierto. Impresiona que lo digan por escrito. E impresiona aún más cuando tomas conciencia (ingenuamente) que la principal amenaza al libre mercado son los accionistas (de las empresas ganadoras). El germen del fin del mercado es el éxito en la competencia del mercado. Gracias.

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