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Mostrando entradas de mayo, 2015

Bipartidismo, muerte y resucitación

¿Se ha terminado con el bipartidismo? ¿el resultado de las elecciones municipales acredita el fin del bipartidismo? Una precisión se impone, el bipartidismo es un régimen político en el que dos partidos se alternan en el disfrute del poder. En nuestro Estado democrático, ciertamente, dos partidos se han alternado, no de manera regular, pero se han alternado. No es un régimen perfecto por cuanto han concurrido los partidos nacionalistas. Un aspecto que sobresale, precisamente, como demuestran los nacionalistas, es la importancia del régimen electoral. El sistema D`Hondt beneficia a los partidos más votados en la circunscripción que cuanto más pequeña y más concentrado el voto, mejor. El caso canario es extremo. La ASG (Agrupación Socialista Gomera) con 5.000 votos obtiene 3 escaños en el parlamento regional. Ciudadanos con más de 50.000 no obtiene ninguno. La circunscripción es la isla. Y está sobre-representada en detrimento de la representación del conjunto insular. A tal fin, se pone

Nueva transición

Los resultados calientes e incompletos sólo pueden alimentar impresiones. Probablemente se confirmarán o no a lo largo de la noche. La primera impresión, que el bipartidismo aguanta. En términos estatales, el PP y el PSOE retienen más del 50 por 100 del voto. Ciertamente, supone un retroceso, pero no es el fin. El sistema electoral ayuda a que este proceso de liquidación sea más lento. Pero los dos partidos emergentes todavía están muy lejos de los porcentajes de votos de los dos mayoritarios que siguen siéndolo. La segunda impresión es el castigo que ha sufrido el PP. Tanto en general como en ciertas capitales. Creo que la atmósfera de la corrupción le ha terminando pasando factura. El castigo no ha sido igual para todos los partidos. Ha sido mayor al PP. El precio que ha pagado el PSOE, como se puede observar en Andalucía, ha sido menor. Al final, la corrupción no es tan relevante. Hay otros factores que cuentan más que la corrupción para explicar el resultado. La tercera impres

Miedo

El miedo es un sentimiento. Es lo que sentimos frente a un peligro. El que alienta una reacción. La defensiva e, incluso, la huida. O enfrentarse. Se trata de la salvación de aquello que consideramos importante. Aquello que está amenazado. Nussbaum ha teorizado que el miedo es una amenaza a la emoción constitutiva de las sociedades democráticas: la compasión. Es “demasiado estrecho”. Demasiado centrado en un círculo muy limitado de lo amenazado: el yo y lo más próximo, en particular, la familia. Es una “emoción que estrecha”. Es demasiado “primitivo”. Incluso los mamíferos más simples, sienten miedo. No está conectado con la cognición superior. Es la reacción frente a la amenaza a la supervivencia y al bienestar, pero de los seres más próximos al individuo. Es lógico que ese miedo deba ser controlado. No sólo por una cuestión personal, sino también institucional. Alrededor del miedo no se puede construir una sociedad moderna y democrática. Al contrario. Recientemente, leía en El Mundo

El significado de las elecciones

Las elecciones son el examen al que se someten los gobernantes pero también los gobernados. Los gobernantes presentan ante los electores, los éxitos y los fracasos de su gestión. Sobre todo, someten la confianza y la ilusión que suscitan. El gobernante debe ser confiable. Promueve esperanza firme, ese estado del ánimo en el cual se nos presenta como posible lo que deseamos. Esperanza y confianza unidas por la firmeza, por la seguridad, de que aquél que se hace merecedor de las mismas, va a hacer realidad lo que anhelamos. Son los cauces que conectan al ciudadano con la política. El engrudo que nos une a los gobernantes. O nos separa, cuando, al perderlas, vemos que se aleja lo que deseamos se haga realidad. Nuestros sueños se desvanecen, se quiebra la confianza y la esperanza. No cualquier sueño. No cualquier esperanza. El ciudadano medio entiende las razones por las que algunos no se pueden realizar. En el fondo, estamos dispuestos a dar una y mil oportunidades. Hasta que ya no es pos

Demagogia política, sensatez judicial

Política y Derecho no están llamados a entenderse bien. La política es acción inspirada por ideologías que aspiran a objetivos capaces de suscitar la adhesión del mayor número posible de ciudadanos. Tiene un rasgo central: carece de límites. Si admite límites, es porque son auto-asumidos como imprescindibles para desarrollar su acción y, sobre todo, la adhesión ciudadana. El Derecho, en cambio, es una técnica de límites. De límites que impone a los ciudadanos, como límites son los que marcan su ámbito de acción. Es una técnica de límites, surgida de límites. La política choca con el Derecho. Este conflicto se ha escenificado en múltiples ocasiones. Una última, relevante, ha sido la de la autorización legal de la gestión privada de los hospitales públicos de la Comunidad de Madrid. Todos retenemos en nuestra retina las imágenes de las manifestaciones de miles de personas repetidas en numerosas ocasiones contra lo que denominaban como la privatización de la sanidad pública. Los términos

Agotamiento normativo

Se aproxima la fecha de las elecciones. Es la hora de hacer balance. En la prensa, vemos una sucesión de noticias sobre el número de leyes aprobadas a lo largo de la legislatura. Para los políticos es como un índice de productividad. Su trabajo se mide en leyes. La sensación que produce en el lector, que se suma a otros indicios, es la de la regulación asfixiante. El peso del Estado y de su organización territorial como una gran maquinaria productora de normas que regulan todos y cada uno de los aspectos de nuestra vida. Sin embargo, los datos nos ofrecen otra imagen más compleja. Es muy difícil acreditar el peso de la regulación. Es tanto un detalle objetivo (intensidad y extensión de las obligaciones impuestas a los ciudadanos) como subjetivo (imagen que se constituyen los ciudadanos sobre la carga regulatoria). Se ofrecen distintos elementos para calibrar dicho peso. Usualmente, se utiliza el subjetivo. Se interroga a los operadores económicos, en particular, sobre las cargas que