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Mostrando entradas de 2017

Comparecencia ante la Comisión del Congreso

Comparecencia el día 26 de octubre de 2017 ante la Comisión de Nombramientos del Congreso de los diputados para examinar mi idoneidad para ocupar una de las vocalías de la Junta Electoral Central. La Comisión resolvió positivamente, y posteriormente se acordó el nombramiento. Video ( aquí )

Entrevista en Foro Global (Televisa)

Aprovechando mi estancia en México, Genaro Lozano, editor de Foro Global (Televisa), me entrevistó. La entrevista se emitió este viernes 20 de octubre. El tema central fue la situación política derivada del secesionismo en Cataluña. Una entrevista larga en la que pude expresar mi punto de vista. Muy agradecido a Genaro por su amabilidad e interés.

La trampa de la suspensión

El discurso del President Puigdemont nos ha mostrado los tres rasgos principales que identifican al secesionismo: el supremacismo de un “poble”, el elegido; la mentira, elevada como instrumento de acción política; y su oportunismo cínico. Comenzó con el relato del “poble” de Cataluña, sus aspiraciones colectivas, su determinación en ejercer su derecho a decidir, a la autodeterminación, a pesar de la represión del Estado. Aquí los términos fueron grandilocuentes: humillación, por la respuesta del Estado; supervivencia, como pueblo frente a los ataques recibidos; dignidad, frente a la represión. El pueblo catalán ha ejercicio su derecho “en medio de una lluvia de palos”. El pueblo elegido frente a un Estado caricaturizado como una tiranía. El pueblo mancillado en los múltiples intentos de encontrar un encaje. El relato se construye sobre la mentira, escandalosa, grosera. Es irrelevante. No tiene efectos “internos”. Los convencidos no la penalizan; al contrario, la azuzan. Y los no conven

Yo estuve allí

Cientos de miles de personas nos manifestamos por las calles de Barcelona. La primera gran manifestación del constitucionalismo contra el secesionismo. Dimensiones históricas. Y simbolismo, igualmente, histórico. Se han soltado lágrimas de emoción; las de la felicidad. Toma cuerpo la otra Cataluña, la que resiste frente a la secesión, y, sobre todo, frente a su motor principal: el autoritarismo. Cataluña está dividida. El secesionismo la ha partido en dos. La otra mitad ha querido demonstrar su hartazgo; su rechazo. Su determinación a enfrentarse al golpismo. No se quedará cruzada de brazos. Una fiesta cívica. Una celebración de la españolidad y de la catalanidad. Se ha roto el tabú y el silencio. Asistimos a la reivindicación de la españolidad incluyente (“somos catalanes, somos españoles”) y democrática (“somos españoles, no fachas”, se gritaba). Es la que se enfrenta al secesionismo. No es una cuestión de historia, de patria, de ideología, … es una cuestión de libertad. Hay u

Mejorar la regulación, mejorar la democracia, mejorar la libertad

Suele suceder que lo más evidente es lo más difícil de apreciar. Y forma parte de lo evidente afirmar que el Estado de Derecho no es sólo el Estado sometido al Derecho sino aquél que ha convertido el Derecho en el medio o instrumento de acción. Un Estado sometido al Derecho que, paradójicamente, ha convertido el Derecho en su principal instrumento. Esa especie de circuito que va del Derecho al Derecho, tiene sentido desde el momento en que el Derecho es una garantía de la libertad. El Estado crea Derecho, para garantizar la libertad, que es el Derecho al que el Estado se somete. El problema histórico que se ha planteado es cuando el Derecho garante de la Libertad se ha convertido en el Derecho interventor de la Libertad. Inicialmente, en términos históricos, según el relato plenamente consolidado, el Derecho se había de limitar a crear el marco en el que la libertad se p.odría desenvolver. Laissez faire, laissez passer. Era la consigna, el eslogan. Es público y notorio que nunca fue as

Señor Rajoy, actúe ya

Proporcionalidad es la palabra del momento. En términos jurídicos, quiere decir que debe haber una relación entre la situación a afrontar y la medida a aplicar que permita concluir que ésta es necesaria, adecuada y que no excede de lo imprescindible para alcanzar el objetivo de interés público perseguido. Las diferencias que se han suscitado en relación con las actuaciones policiales del pasado domingo no afectan tanto a la comprensión del principio como de la situación de partida: el supuesto “referéndum”. Para los secesionistas era un acto cívico y democrático; cualquier medida, incluso el leve soplido, de un funcionario del Estado, sería considerado como desproporcionado. En cambio, si se razona que lo vivido es un golpe de Estado, las acciones policiales, probablemente, se podrían tachar de insuficientes. En Cataluña se está ejecutando un golpe de Estado. Después de tanto tiempo larvado, el independentismo ha dado los pasos para la culminación de su estrategia de ruptura del orden

¿Estado impotente o incompetente?

Bajo el peso de las impresiones, pocas ideas mínimamente coherentes se pueden articular. Las imágenes, repetidas hasta la saciedad, las mismas y, en algunos casos, desde distintas perspectivas, recalcan la acción policial de la Policía nacional y de la Guardia Civil. Es lo único que sobresale. Han conseguido tapar las escandalosas ilegalidades producidas. Otra vez más, los cálculos del Gobierno han fallado. Habíamos creído que la logística del referéndum se había quebrado. Se ha conseguido, pero aún se han conservado elementos simbólicos sobre los que construir el relato secesionista. Las urnas han sido todo un éxito. Las tenían; las habían conseguido, no sabemos todavía a través de qué fórmula, pero ¿cómo los servicios policiales y de inteligencia del Estado no pudieron controlarlas e incautarlas? Se distribuyeron entre los colegios, con total impunidad. Papeletas, ha habido, así como una suerte de censo caribeño. Se han incumplido los estándares mínimos; se ha incurrido en ilegalidad

Golpe fracasado, golpe victorioso

La prioridad es parar el golpe. Esto es lo que se repite hasta la saciedad. Sin embargo, el golpe ya ha fracasado. Por dos razones, por un lado, porque el Estado de Derecho ha funcionado y está funcionando; ha conseguido, mediante actuaciones judiciales, quebrar la logística, haciendo que materialmente el referéndum no se pueda llevar a cabo. Mas esto no quita el que pueda haber “actos” más o menos folclóricos en los que los independentistas simulen votar o cualquier otra fantochada. Y, por otro, porque se ha destruido la posibilidad de construir la apariencia de un referéndum según las reglas internacionalmente reconocidas. No están consiguiendo respetar ni la legalidad que ellos mismos habían establecido. Ésta es la medida definitiva del fracaso. Si no son capaces de cumplir sus reglas es porque han perdido el control de los hechos, alejándose de lo que pretendían. Ahora bien, hay otro golpe: el del relato. La política es el arte de convencer al mayor número de personas de que algo s

No quieren mancharse

Los acontecimientos están evolucionando con extraordinaria rapidez. El secesionismo está superando barreras nunca antes imaginadas. En estas dos últimas semanas, desde la manifestación contra el Estado democrático de Derecho, aprovechándose del atentando en Barcelona y Cambrils, hasta el atropello a los derechos más básicos de las minorías parlamentarias en el seno del procedimiento legislativo, estamos comprobando cómo se van batiendo nuevas marcas en la carrera de la estupidez. Ya se están agotando las palabras. Estamos en la fase de la ejecución, de convertir la palabra de la Ley en hechos. Si la Constitución dispone que “los ciudadanos y los poderes públicos están sujetos a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico” (art. 9.1), la sujeción debe ser real y efectiva. Aquellos que violentan las reglas constitucionales, deben soportar las consecuencias igualmente previstas por el Derecho. El Gobierno de la nación, haciendo gala de una extraordinaria paciencia, temple y seren

Se acaban las palabras

Según el Diccionario de la Lengua española, “leguleyo” es una persona que aplica el Derecho sin rigor y desenfadadamente. Lo visto ayer en el Parlament aconseja, o inventar una nueva palabra, o ampliar el significado. Como leguleyo procede del Latín “leguleius”, y éste de “legula”, diminutivo de lex ("ley"), propongo “legulind”, el leguleyo independentista. Una fase superior y más desarrollada de la estupidez que utiliza el Derecho como cobertura de la infamia, la mentira y la mediocridad secesionista. Se han utilizado los más diversos términos para referirse a lo visto. Desde esperpento hasta locura. Se equivocan. Es una nueva manera de conocer y ejercer el Derecho. El legulind considera que, en primer lugar, el Derecho no existe. En segundo lugar, de existir, sería el que el legulind ha establecido, además, según convenga en cada momento. Y, en tercer lugar, si las dos afirmaciones anteriores no se ajustan a sus intereses, siempre le quedará sacar el trombón y cantar la ran

Desnudez

Lo que ha comenzado como un conflicto político, ha continuado como judicial, amenaza con terminar como alteración del orden público. Hemos pasado de comentar las entretelas del sedicente referéndum para vislumbrar, a la vista del proceder, sin límite, de los independentistas, una situación de movilización en las calles dirigida a provocar el caos. El conflicto jurídico está llegando al comienzo del fin. El próximo miércoles aprobarán, casi en unidad de acto, la denominada ley de referéndum y procederán a la convocatoria del referéndum de autodeterminación. Una situación inédita en cualquier democracia. Y todo, en pocas horas. Se violentan los derechos básicos de los diputados (que no pueden ni debatir, ni presentar enmiendas, ni solicitar informes, ni consultar al Consell de Garantías Estatutarias), se violenta el Estatuto de Autonomía y se violenta la Constitución. Todo, con escándalo y estrépito. Con alevosía. Y, sin pausa, se convoca la consulta. La denominada ley del referéndum de

Odio y Ley

Las reacciones ante la manifestación del pasado día 26 se dividen, por un lado, entre la de los secesionistas para los que, como titulaba un periódico del régimen, “la marcha propició una pitada al Rey y a Rajoy” y, por otro, la de los constitucionalistas que rechazan la manipulación independentista de la manifestación. Los primeros, en un ejercicio de sinceridad, no oculto ante las cámaras, han expresado que su enemigo, o, al menos, el principal, no es el terrorismo, sino el Estado español y sus máximas autoridades. Y, los segundos, vuelven a hacer gala de una ingenuidad digna de mejor causa. Cuando el sedicente referéndum está previsto para dentro de 33 días, la magnitud del reto que representa sólo se puede sostener si hay un grupo de personas que está convencido de que se puede alcanzar. Hemos vivido el ensayo del 1-O, la demostración de la determinación con la que un sector de la población y de los partidos afrontan el golpe de Estado que se está ejecutando. Si se ha llegado hasta

¿Unidad sin empatía?

Nada será igual. Los atentados terroristas de Barcelona y Cambrils lo cambian todo. El telón de fondo sigue siendo, por increíble que parezca, el sedicente referéndum del 1 de octubre. El Gobierno de la Nación ha aprendido, y mucho, de los errores del 11-M. Es elocuente cómo la ira de los independentistas se ha dirigido fundamentalmente contra los medios de comunicación. Los editoriales de El Mundo y El País, así como una viñeta de Peridis son sus blancos predilectos. No se puede decir lo mismo de los independentistas. Por un lado, han criticado, con ardor fanático, lo publicado en la prensa de “Madrid” (y, en menor medida en la catalana, no sea que se rompa la coherencia del discurso), como piezas de una campaña de intoxicación. Por otro, han loado, hasta la extenuación, el éxito de la policía catalana (“ya tenemos una estructura de Estado”); el papel central de Puigdemont que ha condenado a Rajoy a ser un secundario (como alegoría de que el Estado central es irrelevante e, incluso, i

Patriotismo

Los secesionistas, la patria; las izquierdas, la patria; las derechas, la patria. En España estamos viviendo una explosión patriótica. Es tan y tan importante que unos quieren tener la suya, otros quieren tener varias y, los últimos, una única indivisible e indestructible. Gustan tanto las patrias que se quieren tener muchas. No es sorprendente que los secesionistas quieran tanto la “suya”, que ambicionen huir de las “ajenas”. En cambio, sí lo es, el descubrimiento patriótico de las izquierdas. Que hoy se pueda asociar, sin escándalo alguno, izquierda y España, es un importante salto cualitativo respecto a lo vivido en estos casi 40 años de democracia. Aún resuena, el eufemismo “Estado español” para referirse a España. Eran impronunciables palabras de la Constitución española: que España, una realidad histórica, se constituye en Estado democrático y de Derecho (art. 1) y que el instrumento por el que se constituye el Estado, o sea, la Constitución, se fundamenta en la indisoluble unida

Ni oportuno, ni correcto ni práctico. Sobre las medidas del artículo 155 CE

La ilegalidad en la que trabajan los secesionistas catalanes se aproxima ya a su supuesto punto culminante. El 1 de octubre es la fecha marcada. Al margen de cualquier consideración, visto con cierta distancia e, incluso, imparcialidad, es una muestra de su frivolidad. El fanatismo tiene estas consecuencias. Es un voluntarismo llevado en volandas por una fe ilimitada en una capacidad, igualmente, ilimitada para afrontar cualquier reto que impida hacer realidad el sueño taumatúrgico de la nueva patria. Amos Oz, el ensayista israelí, sostiene que la esencia del fanatismo reside en el deseo de obligar a los demás a cambiar y, añado, según los dictados del fanático. Un deseo irrefrenable, ante el que se ha de rendir todo, incluida la legalidad. Un simple papel que puede ser substituido por otro. Que no existe esa legalidad que sirva de apoyo al sedicente referéndum, se establece otra. Nos anuncian que van a aprobar una ley de referéndum, de transitoriedad, de “transistoriedad”, del milagro

No es el 4 de julio

Hoy, martes, 4 de julio, el Presidente de la Generalitat dará a conocer los detalles legales y técnicos del referéndum secesionista del día 1 de octubre. Cuando no se tienen ideas y aún menos, hechos, la esperanza se construye sobre imágenes, sobre símbolos. El 4 de julio ha sido elegido, como resulta evidente, por la fecha de la celebración de la independencia de Estados Unidos. En ese día, en el año 1776, el Congreso de las 13 colonias británicas, aprobó la Declaración de independencia. Una declaración que comienza con la conocida frase: “Cuando en el curso de los acontecimientos humanos se hace necesario para un pueblo disolver los vínculos políticos que lo han ligado a otro y tomar entre las naciones de la tierra el puesto separado e igual a que las leyes de la naturaleza y el Dios de esa naturaleza le dan derecho, un justo respeto al juicio de la humanidad exige que declare las causas que lo impulsan a la separación”. A continuación, se enumeran los agravios sufridos que someten,